“Ganarle la batalla a nuestra mente es sin duda la sensación y el proceso más doloroso que existe”.
“Ganarle la batalla a nuestra mente es sin duda la sensación y el proceso más doloroso que existe”.
Duele, aterra, asusta, en fin, infinidad de definiciones podrían ser completamente válidas para expresar con palabras qué se siente al lidiar una batalla diaria con nuestra mente. Partimos con la desventaja de que no podemos controlar lo que pensamos, si a eso le sumas la de infinidad de pensamientos que se nos pasan por la cabeza a diario(buenos y malos) resulta prácticamente “imposible” encontrar una salida a todas y cada una de esas preocupaciones…
Sentimos nuevos miedos que antes no existían y del mismo modo, lo que antes nos daba “miedo” o nos hacía daño hoy, simplemente ha dejado de importarnos o probablemente, nos hayamos vuelto “inmunes” de tanto sufrirlo…
Sin duda alguna, hay momentos en los que la esperanza y la fe no es una opción. Tratas de “auto ayudarte” y convencerte a ti mismo de que todo irá bien, pero fracasas. Ese agujero negro de ideas en tu mente puede contigo. No sabes que hacer, ni que decir y llegas al punto de que eres consciente de que necesitas “ayuda” pero sientes que nadie te “escucha” o más bien, no te dan la respuesta que quieres oír…
Honestamente, cuando tocas fondo lo tocas y ya está, pero, el mantenerte o no ahí, depende y dependerá siempre de ti mismo. Nadie puede ser la cura de algo que solo “tú” eres la solución. No se trata de algo que tratas de arreglar y que al cabo de un tiempo ya no vuelve a estropearse, puesto que, nuestra mente y nuestro corazón siempre están y estarán en una “guerra constante”. Lo que sentimos y lo que pensamos. Una constante lucha que se basa en eliminar a diario todo lo que nos hace daño hasta el punto en que nuestras inseguridades nos tengan miedo y que, nunca más, vuelvan a atormentarnos…
Son etapas de dolor y de tristeza que muy pocas personas entienden, pero sobre todo, que solo una pocas tienen el valor de poder “hablarlo” con naturalidad… ¿Acaso a alguien le gusta estar mal consigo mismo? Lo dudo mucho es más, soy del pensamiento que cree que la mayoría de personas viven prácticamente toda su vida “fingiendo” ser alguien que no son y que no les identifica. Fingiendo estar bien consigo mismos y con su día a día, pero luego resulta que cada día que pasa se sienten más vacíos que el día anterior… Que todos los días parecen “iguales” repletos de ira, rabia, dolor y mucho rencor, no hacia nadie en particular, pero si hacia nosotros mismos, porque la frustración de no saber qué hacer o cómo actuar es tan dolorosa que parece como si cada noche en ese pequeño rincón de nuestra oscura y silenciosa habitación presenciásemos nuestra propia “muerte” en vida y que la única forma en la que nos damos cuenta de que seguimos con vida es porque seguimos respirando y que cada día es un nuevo día…
Cuando nuestro corazón no se “calla” y nuestra mente nos inquieta constantemente, desequilibrio emocional puede ser tan grande y tan desgarrador que en ocasiones pienso que de todo lo que he tenido que vivir me he convertido en un ser “inmortal”… Acercándome cada día a eso que conocemos en la actualidad como: “rechazo”. Nada me hace bien, pero tampoco, nada me daña lo suficiente como para acabar conmigo, porque sin importar el motivo ni la circunstancia siempre, logro seguir a delante… y aunque a veces dude hasta de mi propia existencia, reconozco que me encanta tener esa fuerza de voluntad que se requiere a diario para luchar cada día contra tus peores pesadillas en vida y aun así seguir a delante sin mirar atrás…
Todos tenemos nuestra historia, solo que algunas cosas nos gustaría cerrar los ojos y borrarlas de nuestra memoria. Desgraciadamente, es algo que forma parte de nosotros como nuestro ADN y me atrevería a decir que es nuestra “carta de presentación”…
Una vida repleta de lágrimas en forma de “dolor” pero siempre en busca de la mejor solución que para mí la encontré en lo que yo denomino como: “Amor”…
Estoy y estaré siempre por y para mí mismo, porque sé lo doloroso que es no seguir un rumbo en concreto y tener que perderse en esa constante “lluvia” de pensamientos negativos que tan solo nos deriva a lo mismo una y otra vez: “la rendición”…
Lo lamento, pero no, no es una opción rendirme ni cuando sufro, ni cuando soy feliz, porque pase lo que pase, nada es eterno, ni el dolor, ni el amor en fin, ni la vida…
Soy la mayor de mis fortalezas y aunque tenga el corazón roto como un puzle de mil piezas, siempre he encontrado la forma de seguir con mi vida con las mismas ganas e ilusión y eso es algo, que nada ni nadie podrá arrebatarme jamás…
Una historia escrita entre lágrimas, pero que superas con la mayor de las sonrisas…
Me fortalece el daño, me enseña la vida…
Josep Ramos.
Comentarios
Publicar un comentario